¿Qué es la leucemia felina y la inmunodeficiencia?
LEUCEMIA
La Leucemia viral felina es un cáncer que afecta a los leucocitos, un tipo de glóbulos blancos presentes en la sangre y la médula ósea que se encargan de defender al organismo contra infecciones y otros agentes externos.
Al tener leucemia felina, el sistema inmunitario pierde su fuerza y el gato es incapaz de luchar contra otras enfermedades que le sobrevengan después, con lo cual hasta un simple catarro se le puede complicar a un gato con leucemia.
En caso de que sí se presenten los síntomas de la leucemia felina son variados, e incluyen:
la fiebre puede ser síntoma de leucemia felina
encias pálidas
poca ingesta de alimentos,
un gato con leucemia tien un tono bajo,
vómitos o diarrea.
empeoramiento del pelaje y heridas en la piel del gato
aparecen otras enfermedades (de vejiga, respiratorias, bucales, anemia, etc).
hacen sus necesidades fuera de la caja de arena
descuidan su aseo personal
Para que se produzca un contagio de leucemia felina es necesario que el gato esté en contacto con otros gatos. La leucemia felina, o mejor dicho, el virus FeLV se transmite de un gato infectado a uno sano, a través de:
la saliva,
las lágrimas y
las secreciones nasales.
Pero también puede darse el caso de que una gata preñada la contagie a sus crías en el útero o posteriormente durante la época de lactancia.
No obstante, no hay que crear alarma, el contagio no se da tan fácilmente.
Generalmente, cuando se produce un contacto esporádico con el virus FeLV, el sistema inmunitario del gato puede repeler la infección y crear anticuerpos contra este virus.
De esta manera, el gato puede hacerse inmune y no desarrollar la enfermedad. El riesgo es mucho mayor cuando el gato está constantemente expuesto al virus (por ejemplo, por convivir con un compañero infectado).
Para los gatos que viven dentro de casa y nunca tienen contacto con otros gatos externos, el riesgo de contagio de leucemia felina es prácticamente inexistente.
Posibles escenarios tras el contagio inicial
1. Inmunidad:
El gato desarrolla anticuerpos y se hace inmune al virus. Este, obviamente es el mejor escenario posible.
2. Viremia persistente:
La infección prosigue su desarrollo, y el virus entra al torrente sanguíneo, afectando a la sangre y la saliva. A causa de esto el sistema inmunitario del animal queda muy debilitado, haciéndolo propenso al contagio de muchas otras infecciones y enfermedades como serían la Leucemia y el Linfosarcoma (un tumor maligno del tejido linfático). El 50% de este grupo de gatos si no recibe tratamiento muere antes de 6 meses, y la mayoría de ellos no sobrevive más de tres años.
3. Infección latente:
En este caso el gato ha eliminado el virus de la sangre y la saliva, pero no del cuerpo, y el virus queda acantonado en la médula ósea, por lo que el sistema inmunitario del gato queda muy debilitado.
Estos animales pueden vivir así durante años, pero es imprescindible que tengan tratamiento veterinario, una vida relajada dentro de casa, libre de estrés y rodeado de muchos cuidados. Como su sistema inmunitario está debilitado, el estrés le puede hacer enfermar y coger cualquier infección más fácilmente que a un gatito sano. Habrá que vigilar especialmente su alimentación y evitar en lo posible contagios de otras enfermedades, porque incluso los catarros les pueden causar problemas.
La leucemia en gatos se trata, y no es razón en sí misma para sacrificar un gato.
La realidad es que esta enfermedad no se puede curar, sino que permanece como enfermedad crónica. Pero lo que sí se hace es controlar la infección y ofrecer cuidados especiales al gato, como apuntábamos antes. Los gatos diagnosticados de leucemia que siguen un tratamiento veterinario pueden llegar a vivir varios años con una vida casi “normal”. Los cuidados y medicamentos que necesitará tu gato contra la leucemia deben ser recetados por tu veterinario, e incluyen:
darle una buena dieta, sana y equilibrada.
ofrecerle una vida tranquila, sin estrés (como dijimos el estrés favorecerá que se enferme mas).
medicamentos paliativos de su infección (antivirales e inmuno-regularores).
medicamentos para tratar la anemia, que puede aparecer como efecto secundario de la leucemia.
Según numerosas publicaciones como www.aspca.org, el virus de la leucemia felina no se contagia a los humanos. Tampoco hay evidencia de que la leucemia felina se transmita a otros animales domésticos como los perros.
VIF - El virus de inmunodeficiencia felina
Conocido con las siglas VIF, el virus de inmunodeficiencia en gatos es un lentivirus que sólo ataca a los gatos. Aunque se trata de la misma enfermedad que afecta a los humanos, es producida por un virus distinto, por lo que lo que el sida en gatos no se contagia a humanos.
El VIF ataca directamente el sistema inmunitario, destruyendo los linfocitos-T, lo que trae como consecuencia que el animal sea vulnerable a otras enfermedades o infecciones menos importantes, pero que con esta condición pueden llevar a la muerte. Es una enfermedad crónica y al afectar a las células del sistema inmunitario, las daña y destruye causando un deterioro progresivo de la función inmunológica del gato.
Detectado a tiempo, el sida felino es una enfermedad que se puede controlar.
Un gato infectado, que siga el tratamiento adecuado, puede tener una vida larga y digna.
Para que nuestra mascota se contagie de sida necesita estar en contacto con la saliva o la sangre de otro gato infectado. En principio, se tiene constancia de que el sida felino se trasmite a través de mordeduras, por lo que los gatos callejeros son los más propensos a portar el virus.
A diferencia de la enfermedad en humanos, no se ha comprobado que el sida en gatos se trasmita vía sexual e incluso si las mascotas comparten bebedero o comedero.
Eso sí, las gatas gestantes infectadas por el FIV pueden transmitir la enfermedad a sus cachorros durante la gestación o la lactancia. Se desconoce si los parásitos hematófagos (pulgas, garrapatas...) pueden actuar como medio de transmisión de esta enfermedad.
Si tu gato siempre ha estado en casa no tienes que preocuparte, pero si no está castrado y sale por las noches, lo mejor es que le hagas un análisis de sangre para comprobar que todo esté bien.
Recuerda que los gatos son territoriales lo que puede ocasionar alguna que otra pelea con mordiscos.
Como sucede en los humanos, un gato infectado con el virus del sida puede vivir años sin que presente síntomas característicos o hasta que se pueda detectar la enfermedad.
Sin embargo, cuando la destrucción de linfocitos-T empiece a mermar la capacidad del sistema inmunitario del felino, pequeñas bacterias y virus a los que nuestras mascotas se enfrentan a diario y sin problema alguna, empezarán a causar estragos en la salud del animal y es entonces cuando los primeros síntomas pueden aparecer.
Los síntomas del sida en gatos más comunes y que pueden aparecer meses después de la infección son:
Fiebre
Pérdida de apetito
Pelaje sin brillo
Gingivitis
Estomatitis
Infecciones recurrentes
Diarrea
Inflamación del tejido conjuntivo
Pérdida de peso progresiva
Abortos y problemas de fertilidad
Deterioro mental
En general, el principal síntoma de un gato con sida es la aparición de enfermedades recurrentes. Así que es importante vigilar la aparición repentina de enfermedades comunes que cuesta que desaparezcan o si tu gato recae de forma constante en problemas de salud que parecen poco importantes.
Ningún tratamiento actúa directamente sobre el VIF en sí, lo que podemos hacer para ayudar a nuestra mascota y darle una vida digna, es mantener a raya todas las enfermedades oportunistas que puedan atacarle mientras su sistema inmune está débil.
Si nuestro gato ha sido diagnosticado de inmunodeficiencia felina podemos tomar varias medidas para intentar que nuestra mascota disfrute de una buena calidad de vida:
Ofrecerle comida de buena calidad, nutritiva y apetitosa
Someterlo a desparasitaciones regulares, tanto internas como externas
Mantenerlo en el interior de la casa para evitar que se contagie de otras infecciones
Seguir con el programa de vacunación estipulado
Ofrecerle homeopatía para gatos como herramienta preventiva ante infecciones secundarias